Decálogo del voluntariado
- Intento tratar al que solicita nuestra ayuda como si fuera yo el que estuviera en su lugar, sin olvidar la sonrisa ni la ternura.
- Procuro no discutir con quien me desafía, ni contesto con malas palabras . Callo con paciencia y respondo con calma.
- Realizo los bocadillos como si fueran para mí. Y cualquier comida de acompañamiento la preparo y la presento como si fuera mi propia cena.
- Me comprometo a ser disciplinado, a cumplir las tareas del turno pensando en los compañeros que lo cumplirán al día siguiente.
- Asumo la humildad como rasgo de identificación estando siempre dispuesto a realizar cualquier tarea que me sea encomendada para la mejora del grupo.
- Antes de criticar, contaré hasta diez. Y antes de juzgar, me juzgaré yo.
- Sé que lo único importante es amparar al que acude a nosotros, y para ello me esforzaré al máximo en aportar lo mejor de mí siendo indiferente que los demás se hayan esforzado más o menos que yo.
- Lucho contra el ego o el afán de protagonismo. Busco la modestia ,y evito las envidias pues solamente mi conciencia sabrá de mis sacrificios.
- Cuido el local como si fuera mi casa y cuando marcho me gusta dejarlo como si fuera yo el que al día siguiente lo abriera. Cuido mi aspecto porque sé que quienes a nosotros acuden, aunque estén necesitados, merecen todo nuestro respeto.
- Me siento orgulloso.